viernes, 15 de abril de 2011

VISITA DEL REY ALFONSO XIII A CÁCERES Y VIRGEN DE LA MONTAÑA


26 abril 1905

Cáceres. A las diez de la mañana llegó el Rey.
En la estación, que estaba engalanada, había desde mucho antes de la hora de la llegada bastantes representaciones y público.
A lo largo del andén estaba una compañía del batallón cazadores de Figueras, con bandera y música.
Esta fuerza ha venido de Madrid para tributar los honores.
La animación es extraordinaria.
Al aparecer el tren ha desbordado el entusiasmo.
Los balcones, adornados con colgaduras, ostentaban letreros alusivos.
Al entrar el tren real en el andén disparáronse numerosos cohetes.
El público ovacionó al Rey.
Al descender S. M. del coche el alcalde le dirigió una alocución, saludándole en nombre del pueblo; y terminó con un viva, que fue contestado por el público.
La explanada que hay  frente á la estación del ferrocarril ofrecía un aspecto muy animado por la mucha gente que vitoreaba al monarca.
En el momento de llegar el Rey frente á la fábrica de tapones, propiedad de don
Narciso Juarnal, los operarios aplaudieron á Don Alfonso y le arrojaron flores y palomas.
En el primer arco, levantado por el pueblo de Cáceres, el alcalde dio la bienvenida al Rey en nombre del pueblo.
En este arco la ciudad se ha gastado más de 5.000 pesetas.
Frente á la fábrica del señor Juarnal hay un segundo arco, levantado con columnas formadas de corcho de Borneo, imitando troncos de árboles de dimensiones colosales, un templete de lienzo con armadura de listones, sobre el cual hay el escudo de Cáceres rodeado de banderas españoles y gallardetes de los colores nacionales.
La fachada de la fábrica, que está perpendicular al camino, está adornada en una longitud de sesenta metros con gallardetes de lienzo encarnado y amarillo, formando una gigantesca bandera española.
La fachada que da á la carretera está adornada y á lo largo se han levantado cuatro tribunas, que estaban llenas de gente, las cuales arrojaban flores al monarca.
En alguna de las tribunas le arrojaron flores y palomas.
Delante de las tribunas de la fábrica del señor Juarnal hay una inscripción que dice:
«Los obreros al Rey Don Alfonso XIII»
La multitud siguió el coche del monarca, vitoreándole.
Delante del parador del Carmen se levanta un arco de follaje, costeado por la Diputación provincial.
Al final del paseo hay otro arco levando por las Cámaras Agrícola y de Comercio.
En el paseo de Cánovas estaban formados los niños y niñas de las Escuelas públicas, con pequeñas banderas españolas, aguardando el paso de don Alfonso, para entregarle un mensaje de gracias por el indulto del reo de Ceclavín.
Montado en el coche del rey iba un niño portador del mensaje acompañado de otros dos.
Al momento de entregarle el mensaje se soltaron palomas y más adelante dos niñas se adelantaron acompañando á otra niña que ofreció al rey un ramo de flores.
Las tribunas levantadas en la plaza de la Constitución señalaban el camino que el rey había de seguir al dirigirse al templo de Santa Maria
Por delante de ellas había de cruzar también para ir después al Ayuntamiento.
En la amplia escalinata que da acceso a las Casas Consistoriales se habían levantado otras tres tribunas.
El rey mostrábase satisfecho y contestaba á las aclamaciones del pueblo saludando con la mano.
 En las escalinatas del Ayuntamiento había numeroso público que aplaudía á Su Majestad.
El coche del Rey estaba materialmente cubierto de flores.
En el carruaje regio iban acompañando al monarca el ministro de la Guerra y el alcalde.
Al llegar á la catedral se repitió la ovación.
En la puerta del templo recibió al monarca el obispo de Coria y una comisión del Cabildo catedral presidida por el arcipreste.
El Rey entró en la catedral bajo palio, que llevaban concejales y diputados provinciales.
La iglesia estaba bastante decorada.
Un lujoso dosel destinado al Rey se había levantado al lado del Evangelio.
El obispo, de pontifical, asistido del alto clero, entonó el «Te-Deum», que fue cantado á toda orquesta.
Al salir el Rey del templo repitiéronse las ovaciones y entre ellas se dirigió la comitiva al Ayuntamiento.

La recepción en el Ayuntamiento
El salón del Ayuntamiento en que se verificó la recepción estaba adornado con gusto.
En la calle mientras tanto desembarazaban de flores el coche de S. M., de las que había un enorme montón.
A instancias del público el Rey salió al balcón y la multitud le aclamó entusiasmada.
Inmediata al salón de actos se encontraba una habitación para que don Alfonso pudiera descansar.
En otros salones se dio un «lunch» servido por la casa Lhardy de Madrid, habiéndolo ofrecido al Rey en nombre del pueblo el concejal señor Herrera.
En el salón destinado al Soberano había varios retratos de reyes y príncipes, todos ellos antiguos, de gran mérito artísticos.
Mientras se servia el «lunch», el Orfeón de Cáceres, desde las gradas de la escalinata, cantó un himno al Rey Don Alfonso.
S. M. admiró los estandartes y banderas de las Casas Consistoriales
Estos trofeos son: un estandarte de caballería ligera nacional, bordado de seda, y una bandera de infantería.
En otra vitrina admiró el Rey, además, otra bandera de la milicia nacional y guardia rural, disuelta por la Revolución.
En otra una preciosa colección de sellos en madera, utilizados para estampar en cera sus pragmáticas los antiguos reyes.
También admiró el original en pergamino del Fuero municipal que concedió á la villa de Cáceres el rey don Alonso.
En la escalera del Ayuntamiento vio también la lápida conmemorativa de la visita hecha a Cáceres por Alfonso XII y el rey de Portugal, cuando vinieron á inaugurar el ferrocarril de Madrid á Cáceres y Portugal.
El diputado provincial don Víctor Arcos habló al Rey durante el «lunch», interesándole
en favor de la construcción de la línea fronteriza de Ciudad Rodrigo y
Badajoz.
El Rey mostróse enterado del asunto, ofreciendo interesarse en favor de dicha obra.
El Rey se dirigió al santuario de la Virgen de la Montaña acompañado de algunas personas.
El camino del santuario de la Virgen es bastante difícil, por cuyo motivo el Rey hubo de hacerlo á caballo, utilizando el del comandante de la guardia civil que mandaba la escolta.
El Rey regresó directamente del santuario á la estación del ferro-carril, de donde partió el tren á las doce en punto para Badajoz, repitiéndose las ovaciones en el trayecto y en el andén.
La despedida fue entusiasta. El Rey manifestó su satisfacción al alcalde y personas de la región.
S. M. dejó 2.500 pesetas para los pobres de Cáceres

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